La carrera mundial por la innovación y las startups se acelera, impulsada por tensiones geopolíticas crecientes y regulaciones más estrictas. Ciudades y regiones de todo el planeta están redoblando esfuerzos para fortalecer sus ecosistemas emprendedores y ganar reconocimiento global. Mientras tanto, los “innovation hunters” —fondos de capital riesgo y grandes corporaciones— concentran sus inversiones en ecosistemas de alta densidad como Silicon Valley, la Costa Este de EE.UU., Israel o Londres. Sin masa crítica ni conexiones internacionales sólidas, los ecosistemas locales corren el riesgo de quedarse estancados.

En este escenario, Australia ha dado pasos significativos en los últimos años. Sus polos regionales más potentes, New South Wales y Victoria, ya suman 709 y 409 scaleups respectivamente. Ambas regiones forman parte ahora del selecto grupo global de 50–60 ecosistemas que han alcanzado la fase scaleup, produciendo cada año cientos de innovadores. Esto sitúa a Australia ante una oportunidad real de posicionarse como “ecosistema estrella” en el mapa global.

No obstante, el gran reto australiano es superar su aislamiento geográfico. Para competir de verdad con los hubs de primer nivel, debe tejer conexiones internacionales sólidas.

En esa línea destacan iniciativas como la segunda edición de South by Southwest (SXSW) en Sídney, apoyada por el Gobierno de NSW, y la celebración del Mind the Bridge Scaleup Summit Australia. Estos eventos tienen el objetivo de conectar startups y corporaciones para abrir oportunidades de scouting y colaboración estratégica.

La conclusión es clara: forjar conexiones internacionales no es opcional, sino la única vía para desbloquear todo el potencial australiano y asegurar su lugar en el mapa global de la innovación.

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